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jueves, 27 de septiembre de 2007

Apuntes 2

a propósito de una expedición por las Tecnologías de Trabajo Colaborativo

DOS
Muchos creen que esas direcciones o marcadores, guardadas en sus Favoritos, son una especie de tesoro único.
Sin que este comentario signifique menoscabar ninguno de los usos que podamos darle a las nuevas herramientas de la llamada Web 2.0, creo que el tema, así presentado, sin contextualizar, pierde de vista un aspecto interesante para pensar. En mi experiencia personal (y no tengo por qué pensar que no es la de otros tantos) la costumbre de muchos años de no tener Internet de banda ancha o pagar por los tiempos de conexiones telefónicas, me ha ido acuñado el hábito de guardar las direcciones localmente, justamente para hacer más eficiente el uso del tiempo de conexión.

Justamente este hecho me lleva a preguntarme acerca de los anclajes de algunas de las verdades (nuestras) desde las que hablamos: Hábitos y costumbres de uso generadas por inmigrantes digitales, produciendo reflexión y estableciendo conocimiento para comprender una cultura de uso que rápidamente será impregnada por las reflexiones y conocimientos de los protagonistas nativos ¿Cuántas de estas certezas serán demolidas, sobrescritas (para usar un término informático) por la reflexión que en su momento producirán esos nativos? Aunque la epistemología de los últimos años nos ha enseñado que no podemos sino pensar en verdades provisionales, no es menos cierto que a menudo caemos en la trampa de pensar como si a partir de nosotros se terminara el movimiento y la transformación. Posiblemente esta manera de pensar lo móvil como inmutable sea, como en la fotografía, la manera en que podemos abordar la complejidad de lo que está irreductiblemente escrito en la dimensión del tiempo ¿No es esto también una paradoja?

1 comentario:

Gabriela Sellart dijo...

Comencé a bloggear en un momento en que en mi vida personal las certezas se habían demolido y había tenido que comenzar a sobrescribir. Y a veces pienso que fue por eso que entendí de qué se trataba, porque ya no quiero certezas que no sirven cuando la realidad nos invade ni anclajes que me demoren en las decisiones.
Ya no guardo nada en mis favoritos, lo dejé de usar el mismo día que encontré delicious. Abro las puertas de mi aula al mundo, a mis otros alumnos, a los padres de mis alumnos, a las autoridades. Y sé que lo que sigue es siempre inesperado, y hay que reescribirlo y esa reescritura es en colaboración con mis alumnos y mis colegas, no sólo los de inglés, no solo aquellos con quienes comparto la sala de profesores: cualquiera, en cualquier lugar, con quien comparta una misma visión, un mismo sueño, un mismo desconcierto.