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miércoles, 30 de enero de 2008

"Estos" y los paradigmas


No solamente las capas significativas en si mismas se entremezclan para impregnar de sentido un mensaje. En la dimensión de lo contextual vale la pena considerar cómo interactúa la visión paradigmática del docente (el real, no el imaginado) respecto a la tecnología y su inevitable irrupción en la vida escolar.
A propósito del proyecto OLPC, recuerdo haber discutido (intensamente?) con ingenieros devenidos educadores que no podían salir de su propia perspectiva, según la cual todo puede resolverse en la mesa de diseño.

Este no es un tema circunscripto a grandes proyectos (como el mencionado), sino una manera de mirar, un paradigma hecho y derecho.

Mientras fui profesor de Educación Tecnológica en un establecimiento de nivel medio en Villa Cura Brochero recuerdo haber discutido con un compañero, ingeniero él, acerca del enfoque de un examen que estaba administrando mientras yo hacía de veedor de la mesa. La materia era Procesamiento de Datos (5to año) y, como ocurre en la mayoría de los casos, en realidad el programa contemplaba solamente alguna enseñanza para el manejo del paquete Office de la empresa que donó las computadoras a la escuela.

Sin embargo, la pregunta que el profe había formulado era interesante:
De un listado de calificaciones anuales de los alumnos, quiero que hagas una programación para que, a todos aquellos a los que el promedio les da 6 o más, les aparezca un cartel que diga: Felices vacaciones y para los que no, otro que diga: Nos vemos en marzo
y a continuación, como la muchacha se mostró sorprendida con la pregunta, le dijo:
te voy a dar solamente una ayuda: se hace con el Excel, usando la función tal….
Ante mi objeción, me aclaró, delante de la alumna y sin ruborizarse: si no hacés así, éstos no arrancan...

La alumna, como la mayoría de los pibes de hoy, estaba tratando de aprobar el examen sin haber estudiado jamás, por lo que (quiero creer) no escuchó que con éstos, el profesor se refería a ella.

Al margen de esa discusión, no porque carezca de importancia sino que resulta menos pertinente en este momento, la pregunta que se plantea es ¿dónde queremos a los alumnos? ¿en qué lugar de la constelación de saberes los pensamos cuando decidimos aceptar el desafío de pararnos frente a la clase?

En este caso parecería que el profe los quiere en el lugar del data entry. Empujando cajas, pero digitales. No está pensando precisamente en enseñarles a pensar y aun más, ni siquiera está pensando en ellos. Encarna una doble posición (lo que también contribuye a desmejorar la calidad de la comunicación, por vía del ruido que introduce en el vínculo): él no es quien diseñó el currículo de la materia, sino que es víctima, igual que sus alumnos, de esa situación. Pero se convierte en victimario cuando desaprovecha este tipo de ocasiones para intentar hacer del vicio, virtud y vuelve a vaciarles de contenido la materia.

Justamente lo más rico de la pregunta era la invitación a pensar cuál es el camino: qué aplicación, con qué función, cuáles son las variables…. Definido eso, para resolver el aspecto instrumental, puede acudirse al manual de la aplicación. Lo otro requiere del pensamiento activo, de la capacidad crítica, de la habilidad prefigurativa y la creatividad del sujeto. Esto último implica un pensamiento más sistemático, más exhaustivo y también más chato. Si en la propuesta diaria, la educación que ofrecemos está desprovista de aquellos aspectos, de poco servirá el mejor desarrollo informático multimedia que pudiéramos hacer mediar en las propuestas de enseñanza. Todo acabará reduciéndose a indicaciones acerca de cuáles botones apretar o qué respuestas elegir de un listado confeccionado por otro...
¿Todo acabará o ya es así?

Imagen: Invierno, en flickrCC

martes, 22 de enero de 2008

Multimodal

[...] Comprenden que el lector del periódico no lee un simple texto verbal secuencialmente, sino que sus ojos recorren un espacio visual siguiendo un orden determinado por la prominencia visual y los vectores que conducen la mirada.

Me sorprendió (gratamente) encontrar en el trabajo de Rodney Williamson, Discurso verbal y no verbal, una enorme proximidad entre las posiciones que allí sostiene y las que postula el Diseño Gráfico en el que yo creo y practico desde hace muchos años.

Desde la perspectiva del Diseño (¿modo?... ¿o siguiendo a Edgard Morín, deberíamos decir dimensión?). Cuando se construye una página, un aviso o un afiche, lo que el diseñador busca es mantener al lector la mayor cantidad posible de tiempo en el campo del cuadro. Partimos de la base de que en la llamada Sociedad de la Información, no hacemos ya Comunicación, sino Comunicación Eficaz. La diferencia es que pensamos en mensajes, textos o discursos en función del receptor y no del propio mensaje. Entonces cuentan las valoraciones morfológicas que hagamos dentro del campo del cuadro, el recorrido visual que se proponga, los acentos, los puntos de llamadas o aquellos en donde -vía algún artilugio invitamos al lector a volver a mirar, la cantidad y calidad de la información que se le ofrece, los colores, las fuentes tipográficas, los conectores, etc; pero sobre todo nuestra capacidad para descifrar el código del contenido, para leer entre líneas.

Nunca estamos pensando en un lector a secas, sino en un lector determinado por una fuerte presión de estímulos visuales, auditivos, pulsionales, de conducta, etc.

R. Williamson, citando a Kress y van Leeuwen, sostiene que ciertos objetos, dentro del campo del cuadro, tienen mayor prominencia que otros, por su tamaño y posición o por atributos como el brillo, el color y la luminosidad. Eso los lleva a identificar diferentes valores informativos dentro del mismo campo: Arriba a la izquierda no es lo mismo que abajo a la derecha, ni en el centro es lo mismo que abajo a la izquierda.

En morfología del diseño hablamos de valores de interés, o zonas de atracción. Todas estas simbolizaciones tienen que ver con el origen atávico de las primeras representaciones humanas. Aunque acostumbramos a decir que el Sol sale por el este y se pone en el oeste, lo cierto es que el mundo gira de oeste a este, en nuestra cultura leemos de izquierda a derecha y desde arriba hacia abajo. El horizonte tiene que ver con lo que está quieto, con lo que yace. La vertical con lo erguido y por ese camino con lo plantado, lo que está vivo, lo que está en pie. Las líneas que salen de la ortogonalidad, refieren situaciones de desequilibrio y por lo tanto dinámicas: el hombre en movimiento dibuja líneas diagonalizadas respecto a la referencia del horizonte. En posición vertical está parado y en horizontal, yace.

En la composición del espacio, Williamson habla del framing, un recurso que permite unir o separar imágenes para modificar el valor que las relaciona. En morfología les llamamos operaciones de simetría y éstas incluyen recursos como extensiones, ablaciones, espejados o repeticiones, todos ellos destinados a trabajar la relación entre elementos de similar valor significativo, cuando se quiere poner el acento en alguno de ellos.

He publicado algunas ideas referidos a problemas que aparecen en la aplicación de estas cuestiones: Diseñar un texto, La imagen como relato en el relato.

Recientemente, en un programa de capacitación que se llamó Un paseo por Parque de las TICs, con un grupo de colegas de diferentes lugares del país y de Iberoamérica, exploramos la cuestión de la planificación en el aula, poniendo el acento en el análisis de la complejidad de los significantes y cómo aprender a generarlos, apuntando a mejorar el interés de los alumnos. Utilizamos para ello tres tipos (modos) discursivos, puestos en películas de Youtube, que propusimos leer como tales. Allí usamos un texto de Cortázar, un clip de Miriam Hernández y otro de Ismael Serrano.

Todas estas cuestiones remiten a la alfabetidad visual, un producto, como dice Dondis, de una inteligencia humana altamente compleja, que desgraciadamente conocemos muy mal (Dondis A. Dondis , La sintaxis de la imagen, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1985).

Entre los docentes iniciados en el universo TICs parece natural hablar de la brecha digital. Si revisáramos este concepto desde la perspectiva de la alfabetidad visual, veríamos que la brecha digital, sobre todo en las escuelas marginales y semi marginales no es tan profunda como la distancia lingüística y simbólica que existe en alumnos y docentes, respecto a sus pares de los grandes centros urbanos.

Este no es un dato menor a la hora de pensar en el desarrollo de materiales educativos.