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sábado, 28 de junio de 2008

Una experiencia 2.0 sin mediación de TICs

En un post escribí (sin que esto signifique apropiarme de la originalidad de la idea) que acaso el aspecto más subversivo de las TICs mediando en la educación fuera su capacidad para desnudar el estado real de la Educación. Un cuadro al que Ignacio Lewkowicz llamaba galponización, y cuya causa ubicaba en el desfondamiento del Estado.

Silvia Duschatzky, se refiere a la situación diciendo que el estar en la escuela es un habitar desreglado
[...] los padres no saben qué hacer, los docentes no saben qué hacer y los chicos hacen más allá del saber. El no saber no es la mera ignorancia sino una constatación de que el saber que no dialoga con lo que se presenta, no produce efectos prácticos, no habilita modos subjetivantes de hacer con lo real.[...]
Duschatzky Silvia (2007)La Educación / Una posibilidad en los pliegues del desfondamiento. Cuadernos de Campo Nº 2. Editorial Campo Grupal - Buenos Aires.
¿Cómo podría unirse esta situación con la tecnología? O para ponerlo en otros términos: ¿Qué esperamos encontrar en lo que llamamos una práctica educativa 2.0?

Que sea distribuida, es decir que la carga motriz del desarrollo no esté puesta únicamente en el docente.

Que sea experiencial, es decir que el aprendizaje de fondo provenga de cursar un hacer capaz de construir conocimiento, más allá de si se trata de una invitación a descubrir algo o si se propone una referencia teórica como punto de partida y lo que se busca es confirmarla.

Que sea multidimensional, es decir que no haya un sólo aprendizaje sino que la experiencia pueda ser cursada en varios niveles en forma simultánea, sin importar la intensidad que cada desarrollo alcance en cada uno de los alumnos.

Que sea colaborativa, es decir que todos intervengan en la construcción de los saberes involucrados.

Que pueda ser replicable por cualquier colectivo.

Si pensamos que estos aspectos agregarían calidad al aprendizaje, de aquí podría inferirse que no es indispensable la mediación tecnológica para que esto suceda. Viene bien recordar de paso, que la Web 2.0 es, ante todo, un corpus conceptual y por lo tanto puede ser pensada como un ámbito gramático desde donde sea posible construir un discurso.

Ajustado a estos parámetros quiero relatar la experiencia que hicimos en 2007, con los alumnos de Primer año B del IPEM 344 de Villa Cura Brochero (Traslasierra-Córdoba-Argentina).

Iniciado el ciclo lectivo habíamos estado conversando en el aula acerca de la agresividad de los alumnos de los niveles superiores hacia ellos, durante los recreos.

Ese año la escuela había perdido, por razones administrativas, al único preceptor-tutor del establecimiento, que era quien podía poner algún amortiguador a esa situación.

Como la materia que yo dictaba se llamaba Educación Tecnológica, les propuse trabajar sobre los afiches. Primero haríamos un recorrido por los aspectos conceptules, luego por la morfología y finalmente, y como plato fuerte, por el mensaje. La idea, bajo el lema: El afiche es un grito en la pared, era que cada uno expresara lo que le pasaba con esa situación y tratara de llevar un mensaje que pudiera alentar un cambio en los alumnos de los cursos superiores:

Las directrices eran más o menos así:
Si tuvieras la posibilidad de hablar de igual a igual con alguien que te trata de una manera injusta ¿qué le dirías?
Luego: ¿cómo se lo dirías? (de la manera más corta posible)
Luego: Eso que escribiste ¿dice exactamente aquello que pensaste al principio?
Luego de ajustado: ¿qué colores usarías? ¿qué imágenes?

Corregimos, conversamos, armamos y cuando estuvieron listos enchinchamos todos los trabajos en el pizarrón. Entonces, en función de los objetivos propuestos, analizamos cuáles seis deberían ser expuestos de acuerdo a las opiniones de todos y por qué.

Elegidos los mejores, aceptamos una moción de colgar todos los trabajos, cosa que hicimos fuera del horario de clase sobre uno de los pasillos. Justo en la pared de enfrente armamos un gran espacio con papel afiche blanco para que cada quien pudiera dejar sus comentarios.


Al día siguiente, a medida que fueron llegando los alumnos y los profes, fueron encontrándose con la instalación. Para los autores también hubo sorpresas: muchos comentarios de felicitaciones estaban firmados por alumnos de los cursos superiores y por algunos docentes. Durante los días siguientes, Primero B estuvo en boca de todo el colegio.

No solamente aprendieron algo acerca de los afiches. También aprendieron acerca de la comunicación, del trabajo grupal, de su derecho a ser respetados y a la posibilidad de apelar a otras instancias diferentes de la violencia.

Adicionalmente, mostraron que cuando (literalmente) se escapan del aula apenas suena el timbre, entre otras cosas, eso está indicando que la oferta no tiene fuerza suficiente para retenerlos. Durante todo este proceso, se peleaban por quedarse fuera de hora para trabajar, y al día siguiente lo hecho era motivo de conversación.

lunes, 23 de junio de 2008

Juegos y lazo social 2

A continuación, la segunda y última parte del texto que empecé a publicar en el post anterior.

¿Es posible que los chicos jugando en red o usando las nuevas tecnologías de manera lúdica igualmente logren una alfabetización digital útil?

Manteniendo el contexto anterior, la respuesta depende de cual sea el significado que le demos a la expresión alfabetización digital y a la idea de lo útil. Suponiendo que acordamos con que podemos igualar alfabetización digital con habilidad operativa (encender la máquina, manejar el teclado, encontrar y abrir los programas, etc.) más algún nivel de desarrollo en la capacidad aplicativa (poder operar algunos programas, darse cuenta qué cosas que antes hacía de otra manera ahora pueden ser hechas con técnicas informáticas, pensar en flujos sencillos de información, en algún nivel de planificación, etc.); lo que se ve es que todo el paisaje de las TICs está sometido a discusiones y peleas de mercado. Hay una discusión mayor entre partidarios de software libre y software propietario (dos modelos de negocio, en definitiva) y hay otra discusión más encubierta, más soterrada que tiene que ver con la ausencia de soberanía en la educación.

En la mayor parte de las escuelas e institutos de formación se enseña informática, cuando debería enseñarse programación. Lo que se está haciendo, en realidad es usar el aparato del Estado para formar usuarios cautivos de determinados programas.

Cuando se enseña programación se está enfocando en una calidad de pensamiento superior. Cuando se enseña a usar un determinado software, se está pensando en un operador para una oficina o en un data entry para un supermercado, profesiones sin duda respetables, pero en todo caso ese es un filtro que se entiende cuando está puesto en el mercado, pero que de ninguna manera debería estar en la escuela.

Otra vez la misma conclusión: Los juegos en red o el uso de las TICs de manera intensiva ayudan a desarrollar capacidades y habilidades operativas. Esto es cierto. La pregunta que corresponde hacerse es ¿para ponerlas al servicio de qué objetivos?

Un gerente de desarrollo de juegos nos comentó que ellos buscaban provocar adicción en los juegos tipo Tetris y competencia en otros como Counter Strike. ¿Es posible que lo logren? ¿Puede haber adicción a los juegos?

Podría definirse la adicción como un abuso compulsivo. Una conducta compulsiva lleva a una persona a actuar irracionalmente en pos de situaciones que calmen su angustia y ansiedad (llámese consumir alimentos, sustancias, alcohol, sexo, morbo, etc.). El adicto es un enfermo que está preso de una situación en la que busca un objeto sustituto para aplacar una angustia que lo doblega.

Si bien toda adicción implica una dependencia, no toda dependencia supone una adicción. Para el caso de las sustancias, la repetición del consumo de algo capaz de producir adicción, está determinada por la memoria biológica del placer que ésta produce.

Me parece que no se puede hablar de adicción en el sentido estricto cuando nos referimos al uso abusivo de los juegos. Quizás podríamos nombrarlas como conductas adictivas, pero creo que hablamos de niveles diferentes en las problemáticas, más allá del desparpajo y los deseos de ciertos mercaderes.

Los juegos de rol producen una experiencia incompleta: cargan emocionalmente al sujeto y le permiten sublimar toda clase de pasiones y deseos. Mientras está en la situación de rol player, él es el personaje que interpreta, y sufre lo que al personaje le sucede. Esto tiene, en algún sentido un aspecto aliviante y placentero, en tanto en algún punto de la subjetividad hay registro de que se trata de una situación ficticia. Lo matan pero no se muere ni se lastima. En ese sentido es equivalente a lo que sucede en una película de cine catástrofe: Por definición previa, el espectador sabe que va a participar emocionalmente de un juego dramático sin sufrir las consecuencias de lo que suceda en la escena. En los juegos de rol este aspecto está exacerbado.

La contrapartida es que se carga de energía, y después necesitará liberarla de alguna manera para poder volver a la situación de equilibrio que tenía al comenzar.

Es comprensible que los pibes que están involucrados muchas horas en este tipo de juegos, al salir estén sobreexcitados y necesiten saltar, correr o pegarse, para metabolizar el exceso de energía que produjeron en un ámbito con mucho despliegue emocional e intelectual y ningún esfuerzo físico que vaya más allá de mover el mouse.

En el extremo de esta línea se podría incluir el sexo mediado por TICs y todas las distorsiones que supone este tipo de práctica, pero creo que nos excede el tema de hoy.


Foto: FlickrCC

lunes, 16 de junio de 2008

Juegos y lazo social 1

Unos días atrás, una estudiante de periodismo me pidió, para una nota de investigación que estaba realizando, que respondiera unas preguntas opinando sobre los juegos y su relación con el lazo social en los adolescentes. Mi posición personal sobre el tema es que resulta difícil contestar este tipo de cosas en general. Las respuestas deben ser construidas en relación a sujetos reales, en situaciones reales (por esta misma razón no comparto la división que se hace entre nativos e inmigrantes digitales, que parece reducir el tema de la inclusión a una cuestión estricatamente etaria).
Publico a continuación la primera parte de mi respuesta.

Las nuevas tecnologías ¿pueden aportar a la sociabilidad de los chicos, o la perjudican?

No estoy seguro de que hablar de sociabilidad nos permita desplegar todas las tensiones que hay detrás del problema. Quizás sería mejor hablar de integración, o de una sociabilidad situada. Si por sociabilidad entendemos una tendencia o una habilidad para relacionarse socialmente, la pregunta de la educación (partiendo de premisa de que hablamos de chicos, y por lo tanto de sujetos en proceso pleno de formación) sería si esa habilidad contribuye a integrarlos, no en el sentido de reducirlos, sino de formarlos de acuerdo a modelos donde prevalezcan valores: registro de límites, de co-habitación con otros, capacidad para hacer mediar la palabra cuando hay conflicto de intereses, respeto a la ley paterna (que no es otra cosa que la aceptación del tercero excluido como mediador), capacidad para proyectar-se (para pensarse a si mismos en un tiempo futuro), para asociarse por intereses complementarios, etc. Se ha dicho muchas veces que la verdadera independencia es la interdependencia. Es decir: una existencia reglada por normas de convivencia, que tiendan a controlar el conflicto, a hacerlo previsible, no a ignorarlo y mucho menos a suprimirlo. Lo otro es una abstracción, la independencia sin aplicación es solamente un concepto.

Abierta así la pregunta, me parece que queda más claro qué pueden hacer las TICs o cuál es el rol que tienen en este proceso: Son instrumentos, herramientas (con algunas particularidades, pero herramientas al fin).

Para ponerlo en términos sencillos: El martillo no martilla. Es una persona la que elije utilizar esta herramienta para hacer una tarea de un modo más eficiente que si lo hiciera solamente con sus manos.

Ahora, sin perder de vista la afirmación anterior, pensemos en las particularidades de las TICs como herramientas. Tenemos que empezar refiriéndonos a la idea de complejidad que introdujo ya hace unos cuantos años el sociólogo francés Edgard Morin.

Lo primero que habría que decir es que las TICs son instrumentos multidimensionales. Morin daba el ejemplo del agua para explicar esta idea y se preguntaba ¿qué es el agua?: para un economista es un recurso renovable, para un pescador es una fuente de alimentación, para un ingeniero hidráulico una fuente de energía, para un químico una molécula de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, para un nadador su ámbito de trabajo… Con las TICs sucede algo parecido: Para alguien como yo son instrumentos de trabajo y, en algunos aspectos, objetos de observación; para los grandes operadores del mercado, son una fuente de negocios; para un distribuidor minorista es su mercancía; para un pibe de clase media pueden ser objetos de consumo, pero para un pibe de posición socioeconómica baja (especialmente los celulares), son fundamentalmente objetos que están significados por la tensión inclusión-exclusión, son instrumentos que portan la ilusión de la pertenencia a un mundo que se empeña en excluirlos. Es la manera que tienen de metabolizar una situación extrema, que de otra manera sería enloquecedora. Ellos también están expuestos al discurso desaforado del hiperconsumo que nos bajan todos los días por los medios de información, pero su realidad socioeconómica no solamente les priva de alimentos y elementos de confort. También les retacea las herramientas lingüísticas que les permitirían amortiguar esta tensión si pudieran ponerla en palabras.

Desde esta perspectiva, hay que decir que la verdadera brecha digital es la distancia lingüística y cultural que establecen las TICs en términos de prácticas de uso inclusivas. Cada día está más claro que el no uso, la falta de inclusión de la tecnología en el hacer cotidiano responde a una barrera cultural y no económica. Cualquiera que tuviera las herramientas lingüísticas y culturales necesarias, por lo que cuesta un pasaje de colectivo podría ir a un ciber a teletrabajar o estudiar una hora por día.

Una segunda característica distintiva de las TICs como herramientas, es su capacidad para transmitir mensajes complejos. Aquí hablamos de multimodalidad (hay autores interesantes en este tema: Gunther Kress, Theo van Leeuwen, Rodney Williamsom). Si bien esta no es una característica propia de estos medios (Kress y van Leewen dicen que todos los textos son multimodales), lo cierto es que su estudio empieza a desplegarse con fuerza a partir de lo que sucede con ellos.

En un mensaje multimodal importa lo que se dice, cómo lo dice, quién lo dice y a quién va dirigido, porque la significación final se cierra en el receptor, que es quien decodifica referenciándose en su propia paleta de recursos, valores, datos e información preexistente.

Cada uno de estos modos de emisión, se resignifican entre sí. A tal punto que, dado que lo que nos caracteriza como sujetos es la singularidad, podría decirse que nadie escucha el mismo mensaje. Como hablamos de contextos culturales diferentes entre los que circulan mensajes y discursos que trascienden estas fronteras, no es posible pensar en significaciones al margen de ideas como hibridación cultural, polifonía o heteroglosia. Todos conceptos que intentan explicar desde diferentes anclajes teóricos la complejidad del fenómeno.

Dicho todo esto hay que volver a la pregunta inicial. Está claro que no son las TICs las que aportan o perjudican los procesos e integración social de los adolescentes. En todo caso podría pensarse que son el campo de batalla en donde se juegan cosas importantes para la formación de los pibes.

Ahí convergen una serie de vectores que son los que hacen a la particularidad del cóctel: Por un lado el discurso del capitalismo del hiperconsumo que pareciera no tener freno de ninguna clase. Por el otro, cierta perplejidad social frente a este fenómeno, que acaba convalidando su naturalización. Ignacio Lewkowicz hablaba del desfondamiento del Estado. Este es otro dato. Según la reforma constitucional del 1994, pasamos de ciudadanos a ser consumidores, aunque en ningún lugar se explica qué significa esto. El Estado dejó de ser el proveedor natural de soberanía, matriz alrededor de la cual se organizaban y adquirían sentido todos los valores sociales; para pasar a ser el garante de los negocios de grupos súper concentrados.

En ese marco, la escuela, como tantas otras instituciones se galponizaron, se vaciaron de contenido. El modelo que tenemos para mostrarle a los pibes como sociedad, expresa eso: No se ve cómo será el futuro.

Francoise Dolto, una psicoanalista francesa fallecida en los ochenta, decía que la adolescencia es el período más difícil en la vida de los humanos, porque significa nada menos que volver a nacer, con el agravante de que esta vez es sin la madre que lo protege y contiene. En esta etapa está solo de toda soledad, empieza a abandonar todo aquello que lo identificaba con sus mayores y que lo acompañó hasta acá, y comienza la búsqueda de lo propio. Es una etapa de grandes desgarramientos y oquedades.

En buena hora que los pibes se puedan aferrar de los juegos y construir mundos simbólicos alrededor de ellos. Los lazos que deberíamos ofrecerles para contenerlos, con la sociedad y los mayores están en crisis: con la familia, con el estado, con el gobierno, con la escuela, con el trabajo. Las construcciones digitales, en algún sentido, cumplen la función de sustitución de los otros lazos.

En definitiva, para pensar el rol de las TICs y los juegos en el mundo de los adolescentes, aun de los adolescentes extendidos, habría que empezar por comprender en profundidad cómo se gestó ese lazo, del que solamente vemos en la superficie una parte pequeña.

Foto: FlickrCC

domingo, 8 de junio de 2008

El fuego bien abajo

Recientemente Gabriela Sellart dejaba ver en su blog cierta desazón por la indiferencia de muchos profes frente sus esfuerzos por implementar el uso de TICs en sus clases.

Pareciera que no se trata solamente de indiferencia. Muchos directivos miran para otro lado también y no siempre esto es atribuible a posiciones tecnofóbicas. Ya he escrito algunas veces sobre ese tema aquí: lo más revulsivo que tienen las TICs para el sistema es que desnudan el estado actual del dispositivo educativo. Muestran con absoluta crudeza que los argumentos que se utilizan para sostener determinadas prácticas son absolutamente inconsistentes. La educación que ofrecemos a nuestros pibes no está solamente atrasada en lo tecnológico. Está galponizada (como decía Ignacio Lewkowicz), está vaciada de sus anclajes de soberanía y esto no es solamente consecuencia de la falta de planes del Estado para reposicionar el rol docente o de los dirigentes sindicales mezquinos que por años se han enfocado únicamente en la reivindicación salarial como una manera de sostener sus privilegios. Tiene más que ver con el retroceso cultural general de toda la sociedad, con el abandono de cada quien a su suerte, practicado en todos los niveles sociales. Con la transformación del espacio docente en un trabajo malpago pero estable, de donde es muy difícil ser removido, donde no existen incentivos ni control de lo que verdaderamente sucede dentro del aula. Donde la calidad de la enseñanza queda solamente en manos del docente que tenga vocación por sostenerla. Donde un inspector observa muchas veces que el libro de temas no ha sido debidamente completado, pero jamás observa una clase. Donde un vice director, que debiera estar velando por la calidad pedagógica, está a cargo de la dirección y vive sumergido en trámites que más tienen que ver con la asistencia social y las becas alimentarias que con la función de pensar una escuela como tal. Ninguna de estas razones entiende las TICs en el aula como una propuesta renovadora. Todo lo contrario. Vienen a descorrer el manto de justificaciones y molestan.

Esta es una discusión de largo aliento. La situación no va a cambiar a poco de que empecemos a trabajar con ellas en las escuelas como francotiradores en una ciudad de indolentes ¿Deberíamos entonces esperar y no hacerlo hasta que mejoren las condiciones? Pero si no hacemos nada ¿Cómo se supone que mejorarán las condiciones?

Cuando uno quiere movilizar a toda una línea hacia arriba, nunca hay que ir a la cima. Hay que poner el fuego bien abajo. Es la única garantía de que llegue a toda la línea. El calor se transmite hacia arriba, nunca hacia abajo. Hay que entusiasmar a los pibes, trabajar con ellos y mostrales que las TICs pueden abrir un montón de puertas para que ellos puedan pensarse de otra manera en la escuela. No persiguiendo un título que conseguirán aprendiendo a surfear las dificultades y encontrándose bastante poco con los contenidos y el sentido de toda esa experiencia.

Esa es la enseñanza más importante que me dejó el paso por el IPEM 344 de Villa Cura Brochero (Traslasierra- Córdoba). Cuando ingresé a la escuela la sala de informática estaba cerrada y la profe responsable no quería abrirla porque, decía: se van a romper las máquinas y no tenemos plata para arreglarlas. Yo solamente conseguí hacer un taller para algunos chicos de primero. Cosa que repetí por los siguientes 2 años y medio. Cuando me fui de la escuela, todo el ciclo básico estaba exigiendo a los profesores que usaran la sala de informática para dar clases en todas las materias. Yo hice muy poco. Ellos se pusieron en marcha en cuanto vieron lo que se podía hacer.