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viernes, 23 de mayo de 2008

Mallmann, entre las herramientas y el oficio


Quizás hayas visto en el canal Gourmet a Francis Mallmann haciendo de las suyas en medio del paisaje natural de Garzón, un pequeño pueblo uruguayo de sólo 200 habitantes. O antes, tal vez lo hayas visto en el sur argentino cocinando recetas sencillas y de autor. Comida exquisita preparada con elementos que parecen inapropiados para un chef de su jerarquía. ¿Lo son?

En un enorme disco de arado montado sobre una pira hecha con ramas sacadas seguramente de un bosque cercano, una marmita de hierro fundido donde se cuece lento un montón de verdura al calor de brasas que llevan un tiempo encendidas. Y el chef que da vueltas el menjunje cada tanto usando una cucharón viejo de aluminio. De una punta a la otra de la escena usa los bolsillos del piloto que lleva puesto para transportar una docena y media de huevos que rompe prolijamente sobre un cacharro y bate con un antiguo batidor de mano. Hay un fuentón chapa galvanizada, fuentes esmaltadas y algunos recipientes con mucho uso. Pareciera, cada tanto, que va a tropezar con tantas herramientas y cacharros con los que ha improvisado un set de cocina y sin embargo, acaba haciendo una gigantesca tortilla de papas y verduras que se ve exquisita...

Mientras disfrutaba del programa pensé en la relación entre el oficio y las herramientas ¿No nos pasa eso a menudo con respecto a las TICs? Enseñar es un oficio antiguo, las TICs son herramientas nuevas. Ellas no harán del oficio lo que no es. Se trata pensar la educación de un modo distinto, no de intentar maquillarla aplicando tecnología y repitiendo prácticas y costumbres que vienen desde que las TICs no existían como tales.

Mallman nos muestra que se puede cocinar con lo que hay sin que esa circunstancia afecte la calidad del producto que se prepara.
Los docentes, ¿podremos?


jueves, 8 de mayo de 2008

Afilar el hacha


Hace muchos años (1991, para ser exacto) Stephen Covey publicó un libro que habría de hacer historia: Los siete hábitos de la gente altamente efectiva. Tres de esos hábitos se referían a la esfera social, otros tres al ámbito privado y el último, lo nombró como el títilo de esta publicación.
Curiosamente lo explicaba con un cuento que ha sido traducido de muchas maneras, pero que básicamente dice lo siguiente:
Dos hombres se desfían a ver quién corta más árboles durante tres días. Largan la competencia y uno de ellos empieza a mirar disimuladamente al otro para controlar qué hace. Cada tanto ve que su contrincante se sienta. Eso lo alienta a seguir. Saca fuerzas de donde no tiene y redobla su esfuerzo. Más trabajo, más producción. De sol a sol golpea los árboles con su hacha y controla a su oponente. La escena se repite siempre igual: Cada tanto el otro deja de golpear y se sienta. Finalizado el plazo, cuando comparan la producción de cada uno, nuestro amigo no puede con su asombro: Su contrincante ha cortado muchos más árboles que él.
-¿Cómo has hecho?... si te fui controlando y cada tanto te sentabas a descansar. En cambio yo no me detuve ni un momento...
-...No me sentaba a descansar, respondió el ganador, estaba afilando el hacha...

En estos días hemos abierto un espacio para afilar el hacha entre los participantes del Paseo por el Parque de las TICs que han implementado acciones de mediación de TICs en sus escuelas y se encuentran con otra dimensión del problema: Si no se cambian algunas prácticas y no se mueven paradigmas, al final del camino espera el fantasma de la desilusión. Y ese, como dice León Gieco: ... es un monstruo grande y pisa fuerte. Ya he publicado algo al respecto en El Tilo de Olivos: No se trata de trabajar más, sino de trabajar diferente. Las planificaciones son diferentes, las evaluaciones son diferentes, el peso de la carga de la tarea debe ser distribuido de manera diferente.

Si estamos usando herramientas de la Web 2.0, hay que darle la palabra a los chicos y a los pares, porque de eso se trata. No es solamente una declamación: Las herramientas de la Web 2.0 nos permiten pensar la educación como un proceso de conversaciones distribuídas. Tienen capacidad para expandir las habilidades cognitivas y expresivas y, sobre todo, ponen en el centro de la discusión el tema de la inclusión, al otorgarles la palabra a los actores, reconociéndolos como sujetos curlturales.

¿Cómo hacemos eso? La respuesta es parte de lo que necesitamos pensar con la mirada de la implementación. Afilar el hacha. Ni más ni menos.

Foto: Leña