Silvia Duschatzky, se refiere a la situación diciendo que el estar en la escuela es un habitar desreglado
[...] los padres no saben qué hacer, los docentes no saben qué hacer y los chicos hacen más allá del saber. El no saber no es la mera ignorancia sino una constatación de que el saber que no dialoga con lo que se presenta, no produce efectos prácticos, no habilita modos subjetivantes de hacer con lo real.[...]¿Cómo podría unirse esta situación con la tecnología? O para ponerlo en otros términos: ¿Qué esperamos encontrar en lo que llamamos una práctica educativa 2.0?
Duschatzky Silvia (2007)La Educación / Una posibilidad en los pliegues del desfondamiento. Cuadernos de Campo Nº 2. Editorial Campo Grupal - Buenos Aires.
Que sea distribuida, es decir que la carga motriz del desarrollo no esté puesta únicamente en el docente.
Que sea experiencial, es decir que el aprendizaje de fondo provenga de cursar un hacer capaz de construir conocimiento, más allá de si se trata de una invitación a descubrir algo o si se propone una referencia teórica como punto de partida y lo que se busca es confirmarla.
Que sea multidimensional, es decir que no haya un sólo aprendizaje sino que la experiencia pueda ser cursada en varios niveles en forma simultánea, sin importar la intensidad que cada desarrollo alcance en cada uno de los alumnos.
Que sea colaborativa, es decir que todos intervengan en la construcción de los saberes involucrados.
Que pueda ser replicable por cualquier colectivo.
Si pensamos que estos aspectos agregarían calidad al aprendizaje, de aquí podría inferirse que no es indispensable la mediación tecnológica para que esto suceda. Viene bien recordar de paso, que la Web 2.0 es, ante todo, un corpus conceptual y por lo tanto puede ser pensada como un ámbito gramático desde donde sea posible construir un discurso.
Ajustado a estos parámetros quiero relatar la experiencia que hicimos en 2007, con los alumnos de Primer año B del IPEM 344 de Villa Cura Brochero (Traslasierra-Córdoba-Argentina).
Iniciado el ciclo lectivo habíamos estado conversando en el aula acerca de la agresividad de los alumnos de los niveles superiores hacia ellos, durante los recreos.
Ese año la escuela había perdido, por razones administrativas, al único preceptor-tutor del establecimiento, que era quien podía poner algún amortiguador a esa situación.
Como la materia que yo dictaba se llamaba Educación Tecnológica, les propuse trabajar sobre los afiches. Primero haríamos un recorrido por los aspectos conceptules, luego por la morfología y finalmente, y como plato fuerte, por el mensaje. La idea, bajo el lema: El afiche es un grito en la pared, era que cada uno expresara lo que le pasaba con esa situación y tratara de llevar un mensaje que pudiera alentar un cambio en los alumnos de los cursos superiores:
Las directrices eran más o menos así:
Si tuvieras la posibilidad de hablar de igual a igual con alguien que te trata de una manera injusta ¿qué le dirías?
Luego: ¿cómo se lo dirías? (de la manera más corta posible)
Luego: Eso que escribiste ¿dice exactamente aquello que pensaste al principio?
Luego de ajustado: ¿qué colores usarías? ¿qué imágenes?
Corregimos, conversamos, armamos y cuando estuvieron listos enchinchamos todos los trabajos en el pizarrón. Entonces, en función de los objetivos propuestos, analizamos cuáles seis deberían ser expuestos de acuerdo a las opiniones de todos y por qué.
Elegidos los mejores, aceptamos una moción de colgar todos los trabajos, cosa que hicimos fuera del horario de clase sobre uno de los pasillos. Justo en la pared de enfrente armamos un gran espacio con papel afiche blanco para que cada quien pudiera dejar sus comentarios.
Al día siguiente, a medida que fueron llegando los alumnos y los profes, fueron encontrándose con la instalación. Para los autores también hubo sorpresas: muchos comentarios de felicitaciones estaban firmados por alumnos de los cursos superiores y por algunos docentes. Durante los días siguientes, Primero B estuvo en boca de todo el colegio.
No solamente aprendieron algo acerca de los afiches. También aprendieron acerca de la comunicación, del trabajo grupal, de su derecho a ser respetados y a la posibilidad de apelar a otras instancias diferentes de la violencia.
Adicionalmente, mostraron que cuando (literalmente) se escapan del aula apenas suena el timbre, entre otras cosas, eso está indicando que la oferta no tiene fuerza suficiente para retenerlos. Durante todo este proceso, se peleaban por quedarse fuera de hora para trabajar, y al día siguiente lo hecho era motivo de conversación.
1 comentario:
EL JUEVES 8 DE ABRIL A LAS 18:50 PRESENTAMOS ESCENAS DE OTRA VIDA COTIDIANA.
Este artículo quedó fuera del libro. Sin embargo habla también de la problemática.
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