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sábado, 2 de marzo de 2024

Aprendizajes, transmisión, interlocuciones

 

Este artículo surgió a partir de la reescritura de la exposición preparada en ocasión de la presentación y defensa de la tesina de graduación, que tuvo el título de Fantasma Digital. Fue publicado en Página 12 con el título Aprendizajes e Interlocuciones

 

Partiendo de la matriz de los tiempos lógicos lacanianos: Instante de ver, tiempo de comprender, momento de concluir; pueden pensarse muchas cosas dentro de esa manera de enunciar los ciclos vitales. La vida transcurre mientras vamos haciendo malabarismos y elecciones, tratando de preservar algunas sincronías y dejando que caigan otras. No siempre sabemos que hacemos esto, y no siempre podemos hacerlo, pero en lo que percibimos, vamos tratando de prestar atención a procesos donde estos tres momentos, que se desarrollan en diferentes planos todo el tiempo, nunca marchan al unísono, más bien todo lo contrario: ocurren con modos que son asincrónicos, desbordantes, imposibles de prever y mucho menos de planificar. En cualquier recorrido de aprendizaje, sea vital o instruccional,  uno alcanza a atrapar sólo una parte de lo que ocurre, porque mira la escena con lo que sabe y también con lo que no sabe


Lo que no sabe, no es algo que falta. A decir verdad, lo que no sabe es altamente performativo en relación a lo que sabe. Analicemos un ejemplo. Nicolás Copérnico no pudo avanzar en el estudio de la “bóveda celeste" porque tenía cierta aversión sobre las elipses, o para decirlo de manera inversa, cierta fascinación por las circunferencias. Eso no le impidió formular la teoría heliocéntrica, pero el modelo que construyó no le explicaba una parte de lo que observaba: las estaciones, los cambios climáticos a lo largo del año o la duración variable de las noches y los días. Cuando Galileo se dio cuenta de esto, encontró que las figuras elípticas describían mejor las órbitas de los planetas. Pero Copérnico terminó en la hoguera de la Inquisición, sin llegar a enterarse qué fue lo que no sabía cuando miraba.


¿Por qué ocurre esto? En principio, porque en todos los procesos vitales o instruccionales, siempre hay otros, en tanto nuestra propia constitución como sujeto se produce a partir de un Otro que cumple con la función materna. Ese otro-para-nosotros obtura lo que vemos, porque en el vínculo con él, anteponemos una pantalla, que Lacan llamó Fantasma Fundamental. Proyectamos sobre esa pantalla lo que quisiéramos que el otro sea y a su vez esa pantalla cumple la función de obturar lo que hay detrás. Y detrás no hay nada. Pero nosotros vemos allí todo el tiempo al otro que esperamos sea para nosotros. Sería insoportable descubrir que no hay nada. O para decirlo lacanianamente: El fantasma encubre que no hay forma de inscribir una proporcionalidad, una relación entre dos, porque no hay tal cosa. Hay lo uno y otros. Esto se entiende un poco más cuando uno lo piensa en términos del amor que busca en la media naranja, la complementariedad. No hay tal cosa.


Ese filtro es un condicionante para lo que podamos ver y aprender. Gastón Bachelard decía que se aprende siempre contra algo (un saber anterior, un prejuicio, una creencia) y Pichón Rìvière señalaba que uno siempre hace sombra sobre el campo que observa (esa sombra que a Copérnico no le dejaba ver porqué el despliegue heliocéntrico no correspondía con lo que observaba). Pero también hay que decir que podemos atrapar sólo una parte de lo que vemos, porque hacer malabarismos con lo que nos ocurre y condiciona cada uno de los tiempos lógicos, ocupa tiempo, emocionalidad y energía. Es un trabajo enorme el que hacemos para tratar de comprender cómo funciona lo que percibimos. Casi podría decirse que todo sufrimiento está anclado en ese modelo de comprensión que construimos. Y hay que señalar también que a separar los procesos, conectarlos, significarlos y ver dónde estamos ubicados nosotros en ese paisaje, se aprende trabajándolo en análisis.


En un sentido que podríamos pensar como muy de la clínica,  cuando uno bucea un territorio novedoso y desconocido, va tratando de establecer anclajes con la teoría en lo que percibe y después teje con esas hebras. En ese proceso aprende. Y aprende mucho, pero siempre viendo una parte, ya que otras están obturadas, en tanto nunca deja de mirar con lo que no sabe. Sin embargo, para poder realimentarse, necesita de otros, de la mirada de otros, de la crítica de otros, del aporte que pueda ofrecernos lo que les suscita eso de lo que les hablamos. Pero para que podamos transmitirle a otros todo lo que aprendimos, necesitamos generar herramientas que posibiliten una interlocución, una narrativa inteligible. Nosotros ya sabemos una parte, y en todo proceso de transmisión existe el malentendido, pero sin el ida y vuelta con el otro en sintonía, no podremos ver más que lo que aprendimos mirando, estudiando y reflexionando. La diversidad, lo distinto, el enfoque divergente, nos viene dado por el otro. Por eso que llamamos la otredad.


Una herramienta de interlocución puede ser un blog de intercambio, una conversación, una minuta, una experiencia compartida. La única condición es que no se parta del supuesto de que estamos enseñando algo, sino que estemos en posición de mostrar cómo pensamos para llegar a lo que llegamos. Y que esperamos aprender algo más de ese intercambio. Algo que en soledad, somos incapaces de ver.

Daniel Krichman Hernandez
Psicólogo. Practicante del psicoanálisis

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miércoles, 19 de enero de 2022

Miquel Bassols. 'Lo femenino, más allá de los géneros'

Lo femenino como la altereidad irreductible. En un momento cuenta, como ejemplo, algo que le dijo una mujer que baila tango, señalándole la diferencia de cómo lo hace el hombre, que baila con una mujer. Ella baila como otra para sí misma. Muy recomendable, porque la exposición es amena y muy clara.

 
 

jueves, 9 de diciembre de 2021

No me dejes (Ne me quitte pas)

 ¿Adónde somos remitidos cuando un ser querido nos abandona? ¿Qué es lo que ocasiona esa sensación de final que nos arrasa? El siguiente recorte puede ayudar a pensar algunas pistas.

El abandono es literalmente impensable. Es que viene de una región desconocida, esa de donde se habría estado de golpe y existencialmente solo. Quedado solo. Eso es lo que el evento del nacimiento nos deja y es esta tarea inmensa de llevar a cabo nuestra soledad, quiero decir eso que descubrimos allí, viniendo al mundo, es una cualidad del ser que aprendemos al quedar solos, y ese devenir soledad está ligado a nuestra humanidad más íntima, nosotros no nacemos autónomos (y hasta ahora no nacemos tampoco de una sola célula), el dos originario que deviene sí mismo, el singular presente que puede decir "yo" es un aprendizaje muy largo, mortal. Toda la filosofía no ha dejado de estar obsesionada por este tema de la soledad, de esta singular existencia abandonada al ser, en esa tarea de pensar y actuar con y contra el mundo. El despliegue psíquico, el espacio interior que nos modelamos, con el que nos construimos, hasta la edad adulta, no cesa de reencontrar al otro como nuevo para hacer a un lado eso que esta soledad construye silenciosamente y así, de pasaje en pasaje, ir con este reconocimiento del otro que no va sin la aceptación de una íntima soledad. El abandono reenvía a ese terror primero y ahí todas las caras son nebulosas, las más amadas, las más odiadas se borran para no dejar ese temor desnudo; jamás estar solos. Casi todos los suicidios vienen pegados a ese terror, de la inutilidad de querer comunicar al otro eso que es lo más preciado ya que es este el vacío que les espera, y en última instancia "take your own life" (tomar su propia vida), como se dice en inglés, es intentar aun un último y generalmente implacable llamado.

¿Se puede no vivir más que para sí? ¿Quién es ese otro secreto al cual todo discurso, también interior, le dirigimos? En el dolor del amor, lo que nos es arrancado, no es ese o esa que amamos en la noche, que miramos a la mañana, a quien le hablamos cada día, es en primer lugar el otro desconocido de esa voz íntima, el receptáculo de nuestros pensamientos que se encuentra brutalmente huérfano; y es en esa separación a carne viva, en nosotros mismos, en esa línea de falla bruscamente abierta como lo fue para cada uno de nosotros en el nacimiento, que nos precipita en el sentimiento que "todo está terminado", que la vida misma se acaba con ese abandono. Cuando un escritor está  a la escucha de esas múltiples voces que lo convocan a escribir, cuando un pintor obedece a la imagen interior que se le presenta e intenta representarla en una tela o en cualquier otro soporte, él está en relación con ese "yo es un otro" que toda creación convoca y reanima. Lo que es adictivo en la creación, eso por lo que un pintor o un músico no cambiaría por otro destino, ese estado turbulento en el que está metido en el acto de la creación cuando le acontece, no es extranjero, parece, a esta soledad superada que reanima interiormente esta línea de falla conjurada en sí, por esta vez aun, en y por esta obra que se perfila en ese gesto, en ese pensamiento, en ese eco.

Dufourmantelle, Anne. En caso de amor. Psicopatología de la vida amorosa. Cap. Ne me quitte pas. págs. 67-68. Nocturna editora. Buenos Aires 2018.
 
 
 

 

viernes, 10 de septiembre de 2021

Lacan, profeta y lector Freud

El miércoles 8/09, apenas un día antes de que se cumplieran 40 años desde la muerte de Jacques Lacan, presenté este trabajo como tema en un examen final, diciendo:

Voy a hacer un recorrido por distintos aspectos de la enseñanza de Lacan, para tratar de llegar —en la brevedad de esta exposición— a decir qué es lo que le molesta tanto al neoliberalismo del psicoanálisis y por qué pareciera que no está dispuesto a escatimar esfuerzos para limitar su accionar y —si pudiera—  borrarlo de la faz de la tierra.

 

 

Lacan, profeta y lector Freud

Freud llevó el Psicoanálisis a EUA, en 1909.

Había perdido una batalla por la anexión del psicoanálisis a la medicina, consumada en ese país, con la ayuda de los poderes públicos norteamericanos. Treinta años después, ocurrirá un acontecimiento.

Franz Wittels, médico y psicoanalista norteamericano, seguidor ferviente de las teorías de Freud (al punto tal que ponía muy nervioso al propio Freud con algunas de las cosas que hacía y decía), ya había expresado en sus memorias, en 1940, algunos temores respecto a lo que se avecinaba: Había ubicado a la psicología norteamericana como la fuerza antagónica principal del psicoanálisis. Y no solamente eso, había vaticinado que aparecería un profeta que lucharía por levantar esa derrota. Y treinta años después de aquel desembarco, aparece Jacques Lacan, deseoso de combatir a los charlatans, como les decía. Este profeta combatiente fue un pensador contraintuitivo que hizo una profunda lectura de los textos de Freud e iluminó aspectos del psicoanálisis a los que el propio creador de la disciplina no había llegado.

Lo primero que hay que decir es que sin el desarrollo del pensamiento científico; sin la nueva episteme, como la llama Koyré, Freud no hubiera podido hacer emerger ese determinismo que caracteriza al psiquismo humano y que lo llevó a descubrir el inconsciente como una fuente otra de saber, en desmedro de las concepciones que lo ubicaban como un lugar oscuro, depósito de las pasiones insondables.

La ciencia para Lacan está en el lugar de causa del psicoanálisis. Consiguió mostrar no solamente que el psicoanálisis no habría podido desplegarse sin el cogito cartesiano, sino que el sujeto de la ciencia es el mismo sujeto del Psicoanálisis, 300 años después. Sin embargo, la ciencia lo forcluye. Lacan muestra esto puntualizando que cuando Descartes dice pienso, está enunciando a partir del ejercicio de la duda y la duda revoca todas las propiedades del pensamiento. Su pensamiento ha sido vaciado tal como la cesta de las manzanas que usa como ejemplo. Lacan habla aquí de un sujeto que emerge, de lo efímero y señala este momento como el primero de la historia en la aparición del sujeto. Descartes luego va a empezar a llenar ese vacío con propiedades: el luego existo (ergo sum) es una manera de hacer eso.

El saber va para un lado, originado en esa verdad en estado naciente, pero va a quedar excluida la posibilidad de que esa verdad sea captada. Esto es lo que ocurre con la ciencia.

En esta articulación saber es ciencia, y verdad es un nombre del sujeto.

Milner dice que la ciencia matematizada despoja al objeto de toda cualidad. Esta distinción tiene gran importancia para Lacan ya que nos habla de la diferencia entre el Sujeto y el Yo. El Yo es una entidad imaginaria y, a diferencia del sujeto, sí tiene cualidades.

La ciencia introduce la función simbólica y olvida la función creadora de la verdad. En Saber verdad y opinión, Lacan se apoya en el análisis que hace Sócrates de El Menón, y se detiene en el equívoco que comete el esclavo, cuando trata de encontrar el doble de la superficie de un cuadrado, duplicando la longitud de los lados. Al hacerlo, duplica dos dimensiones de la figura y lo que obtiene es un cuadruplicado. Obtiene 16 en lugar de 8.

En esta escena  puede verse el corte, el clivaje, entre el plano de lo imaginario, de las intuiciones a priori (incluso es donde puede operar la teoría de la reminiscencia); y la función simbólica. Esta función, de ningún modo es natural y necesita ser introducida en la realidad a la manera de un forzamiento.

Lo simbólico en el ejemplo, está expresando un desarrollo matemático que el esclavo no conoce y cuya notación es √2. Esa notación es autónoma respecto del diálogo que se produce. Nunca se llegaría a ella por la vía del recurso mayéutico. Es necesario que sea introducida en la realidad.

Lacan dice que en todo saber desarrollado ocurre eso: hay algo del nivel del error que hace que se olvide la función creadora. Ahí trabaja el psicoanálisis para restituir esto que es del nivel de la orthodoxa (de la verdad del sujeto) y es anterior al saber.

Si bien su primer acercamiento a Freud es la vía del narcisismo: presenta en Marienbad en 1936, el caso Aimée —su tesis doctoral—en donde ha incluido la mirada freudiana para trabajar con el narcisismo; dice que sin una teoría diferente del narcisismo no es posible abordar la psicosis. En ese congreso presenta por primera vez el Estadio del espejo uno de sus desarrollos más difundidos.

Lacan arrancará desde la lectura de Más allá del principio del placer, y recorrerá todo lo producido por Freud desde 1920 en adelante. A esa lectura le va a dar el sentido de insistir con el descentramiento del Yo, que los post freudianos habían colocado en el centro de la subjetividad individual.

Va a apoyarse en el juego de las terceridades para hacer eso.

(...) toda relación analizable, es decir interpretable simbólicamente, siempre está más o menos inscripta en una relación de tres. (...) nada se interpreta sino por intermedio de la realización edípica. Esto es lo que eso quiere decir. (Seminario 2. Simbólico Imaginario y Real. pág 8)

Desde aquí es posible desprender dos líneas para continuar. La primera: El método de la asociación libre, que pide al analizante que diga lo que se le ocurra, tiene algún parecido con el enunciado de Descartes: que el analizante diga lo que se le ocurre puede permitir que el sujeto emerja cuando habla, porque se digan cosas que no se pensaban decir. La segunda, si bien Lacan dice que es un pleonasmo (repetición excesiva), porque el lenguaje es en sí estructura, es que esto ocurre porque el Inconsciente está estructurado como un lenguaje (uno de sus axiomas más difundidos).

Para formalizar sus teorizaciones sobre el significante, Lacan partió de la lingüística estructural de Saussure. Aunque hizo de ella un uso instrumental, porque modificó muchas cosas de ahí, nunca dejó de reconocer de dónde tomaba los principios.

Básicamente quita la elipse que encierra el algoritmo, invierte las cosas: pone el significante arriba y el significado abajo, extiende la barra y la nombra como resistente a la significación y define que por lo menos ha de haber dos significantes. Habla de cadena significante en la que ninguno de los elementos tiene un sentido adosado (están vacíos porque solamente son parte de una sintaxis), y dice que como efecto del juego entre ellos es que puede aparecer un sentido.

Para explicar esto se apoya en la representación de las puertas de baños Caballeros-Damas, en donde muestra que a nivel del significado las puertas son indistintas, no hay diferencia, no es posible reconocer estas puertas si no es por el plano predominante, superior, que da el significante y que es el que efectivamente asigna a cada una de estas puertas el lugar sexuado. Es decir hay que saber otras cosas para interpretar qué significan esas letras en puertas que son iguales. Esto es: la cadena significante en funcionamiento.

Roman Jakobson había logrado una clasificación de las afasias, pensando, no tanto en el soporte biológico sino en el soporte lingüístico de las mismas. Descubrió que hay algunas afasias que se apoyan en el polo Metafórico y entonces el afásico tiene que suplantar con la metonimia lo que le falta de metáfora cuando habla, y las deficiencias del polo Metonímico, en donde el afásico debe suplementar esa deficiencia exagerando el polo metafórico.

Articulando los saberes del campo retórico con los estudios de Jakobson sobre las afasias, Lacan define como leyes de funcionamiento del lenguaje a la metáfora y la metonimia y las relaciona con los mecanismos que Freud había formulado  para el trabajo del sueño: La metáfora con la condensación y la metonimia con el desplazamiento.

La metáfora es lo que más se aproxima al sujeto. Eso nuevo que irrumpe con la metáfora, es el sujeto.

Encuentra que hay una alusión a la temporalidad, vinculada a la significación. El tiempo es la primera experiencia del hablar. Lo que decimos va constituyendo nuestro pasado, dice en Introducción del gran Otro.

Lacan recupera la noción del nachträglishkeit  freudiano (après-coup), el efecto retroactivo que Freud había encontrado a propósito del trauma. Con este esquema lee el chiste en Freud y va a ser la base para ubicar el deseo en la estructura, con un esquema que será conocido como el Grafo del Deseo.

Entonces plantea la relación entre sincronía diacronía:

Un eje Metafórico (ordenadas - Eje sincrónico) Metáfora - condensación - sujeto - síntoma.

y un eje Metonímico (abscisas - Eje diacrónico) Metonimia - desplazamiento - objeto - deseo

En Introducción del Gran Otro, Lacan comienza preguntándose ¿Por qué no hablan los planetas?, que encubre la pregunta acerca de ¿Por qué hablamos?, y luego de pasear por la comparación con algunos políticos (menciona a Hitler) los postfreudianos y la Ciencia Moderna, concluye en que hablamos porque tenemos un hiato, un agujero, una nada, y es esa falta la que hace posible que podamos hablar.

Pero no hay palabra posible sin una dimensión del lenguaje y esa dimensión es la del Otro, un Otro simbólico que es diferente del otro de la proximidad, del semejante, que a partir de ahora denominará pequeño otro y en su álgebra lo escribirá con a minúscula y al Otro simbólico, al Gran Otro, con A mayúscula.

Para explicitar esta diferencia entre la alteridad imaginaria y la alteridad radical, simbólica, construye el diagrama Lambda.

 

En este esquema muestra que hay una relación diagonalizada entre el Sujeto y el Yo (habla del sujeto de la apertura, el del analizante, el que no sabe bien lo que dice). El eje Imaginario y el Simbólico se cruzan en un punto al que Lacan llama Muro del lenguaje. Ese es el lenguaje materno, por lo tanto está agujereado, por lo tanto puede por ahí emerger el sujeto en cuanto profiera una palabra verdadera.

Por eso al psicoanálisis, no le interesa el sujeto que hace discurso, sino el que es hecho por el discurso, e incluso está atrapado en él: es el sujeto de la enunciación, dice en Lugar origen y fin de mi enseñanza.

Basado en el estatuto que Marx le otorga a la plusvalía, Lacan construye su propia versión del lazo social que produce la lógica capitalista. Desde allí emerge la tensión renovada entre el discurso analítico y los otros discursos: el del amo, el de la histeria y el universitario.

A diferencia de la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, Lacan propone un Amo que nada quiere saber, acorralado entre el esclavo filosófico que intenta enseñarle algo y el sujeto histérico que le pregunta en qué podía ser él valioso para su goce.

Por más recalcitrante que sea el amo siempre termina contaminándose con los discursos de sus vecinos, haciendo sus mensajes más contradictorios.

La universidad, tomando el relevo del filósofo esclavo, no ha cesado de producir saber para el amo, hasta llegar a ser un saber de amo que expolia al proletariado del suyo.

Por su lado, el sujeto histérico logró infundir en el amo que la esencia del saber es sexual, despertando así un semblante de atención en el amo. (Cosa que ya había sido captada por Freud: la relación entre saber y sexualidad)

El mercado, jugando con el temor a la falta que cada quien pueda experimentar, ofrece productos con los cuales cada uno puede olvidar esa falta —inherente al sujeto hablante— que no puede ser colmada por ninguno de tales productos ofrecidos, ni por nada, porque simplemente no puede ser colmada, ya que se trata de una falta estructural.

La estrategia del mercado consiste en volver a ofrecerles otro objeto, respondiendo a la lógica metonímica del deseo. Esta lógica de la obsolescencia de los objetos que se articula más acá del deseo, precipita el movimiento de toda la economía.

El psicoanálisis intenta conectar al sujeto hablante con su propio deseo. El neoliberalismo trata de que ese deseo sea sustituido y se obture consumiendo objetos que fabrica a medida, según la metáfora del mercado a la que rinde sus honores. Es posible leer ahí una tensión de fuerzas inconciliables. Una batalla soterrada que va haciéndose más y más visible a través de las sucesivas crisis del capital por un lado y de las instituciones psicoanalíticas por el otro.

 © Daniel Krichman H. Septiembre 2021

BIBLIOGRAFÍA

Koyré, Alexandre. Estudios de Historia del Pensamiento Científico, cap. “La revolución científica del siglo XVII”, Editorial Siglo XXI México 1982.

Lacan, Jacques. Seminario II El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica , Cap. II “Saber, verdad y opinión” Paidós Editores Barcelona 1984.

Lacan, Jacques. Seminario II, El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica, cap. XIX “Introducción del gran Otro”  Paidós Editores Barcelona 1984.

Lacan, Jacques. Seminario III “Las psicosis” Cap. XVII “Metáfora y Metonimia”(I) y Cap. XVII “Metáfora y Metonimia” (II) Paidós Editores Barcelona 1984.

Milner, Jean Claude. La Obra Clara. Lacan, la ciencia, la filosofía. Cap. II “El Doctrinal de Ciencia.” Manantial Buenos Aires 1996.

Milner, Jean Claude. “El Paradigma” en El periplo estructural Amorrortu Editores Buenos Aires 2003.

Koyré, Alexandre. Introducción a la lectura de Platón. “El Menón” Alianza Editorial Madrid 1966.

Lacan, Jacques. “Lugar, origen y fin de mi enseñanza” en Mi enseñanza Paidós Buenos Aires 2004.

Lacan, Jacques. “Breve Discurso en la ORTF” en Intervenciones y Textos 2 Manantial Buenos Aires 1993.

Lacan, Jacques. El triunfo de la religión Paidós Buenos 2005

Lacan, Jacques. “La Instancia de la letra en el Inconsciente o la razón desde Freud” en Escritos I Siglo XXI México 1976

Franch, Héctor. Nota sobre la emergencia del sujeto en Descartes. Ficha de cátedra 2013.

Franch, Héctor. “El porvenir del psicoanálisis en relación a lo real en Lacan” en I Congreso Internacional de Psicoanálisis.. Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Psicología. Laborde Editor. Rosario 2018.

Aoullié, S. y otros.  “Manifiesto por el psicoanálisis” Introducción, capítulo 1 y capítulo 5. S & P Ediciones Madrid 2013.

 

viernes, 2 de julio de 2021

Interrumpir la organización calculada del fracaso cotidiano

¿Qué es el psicoanálisis? Cortito y al pie.


 #ministerioeconomialibidinal
#CAP
#alejandrobenedetto

domingo, 13 de junio de 2021

Todo lo que sabemos, lo sabemos entre todos

 Todo lo que sabemos, lo sabemos entre todos (Juan de Mairena)... Así recibíamos hace 5 años a quienes habían sido convocados por la propuesta del Social Media Inclusive que hicimos en la Plataforma Lavardén de Rosario. Para hacerlo, tomamos prestadas las palabras de este gigante que se nos acaba de ir: Jesús Martín Barbero. El encuentro con este Maestro fue siempre una guía clave para todo lo que hice, durante muchísimos años, incluyendo ese evento, en particular, que acabaría cambiando la orientación de mis intereses para acercarme un poco más a mi deseo. Aquel encuentro fue abierto por la disertación de Ángel Fernández. A partir de allí vino su invitación a participar del Curso Anual de Psicoanálisis y ese camino me llevó a cursar la carrera de Psicología, que tanto me gusta y disfruto. ¿Qué más decir? Hoy la tristeza me llena el alma. Soy, he sido y seré deudor de tus enseñanzas, Jesús Martín Barbero. Gracias, gracias, gracias.

 


miércoles, 10 de marzo de 2021

¿Qué es y porqué apareció el psicoanálisis como discurso?

¿Qué es el psicoanálisis? ¿Por qué apareció y cómo? Vilma Coccoz parte del texto El malestar en la cultura y construye desde ahí toda la articulación, apelando a una enorme frescura en la transmisión, lo que convierte al relato en un viaje atrapante. Ojalá lo disfrutes como yo.

 


sábado, 3 de octubre de 2020

El lugar que se pierde

 

 
Después de siete años, volví a ver la primera temporada de En Terapia, esta gran serie dramática que en su país de origen se llamó In treatment. Siempre las dramatizaciones de los conflictos que arman las relaciones humanas, los modos como se despliegan y se resuelven, tienen para mí un enorme interés. En los pliegues del cómo se cuenta, es posible ver cómo se subraya o se deja entrever lo del dolor o lo del amor que no puede ser puesto en escena. Esta vez me di cuenta que, además de mirar eso, podía pensar otras cosas. 
  
El mecanismo de trabajo que se despliega en el relato de la serie, la forma como analista y analizante se relacionan, sigue el modelo de la psicoterapia norteamericana, es decir, del sentido común. Los problemas que atraviesan a los diferentes personajes, son conflictos del Yo. Ocurren en esa instancia y pueden corregirse cambiando algunas cosas en ese plano. Se trata siempre de hacer algo o dejar de hacer algo. Eso nada tiene que ver con el Psicoanálisis, empezando por subrayar que a lo largo de las historias, está borrada la incidencia determinante que el inconsciente tiene en la afectación de las situaciones que se despliegan. 
 
Si bien es cierto que en ningún momento se dice que se trate de psicoanálisis, tampoco se dice que no lo sea. Este es el segundo aspecto que quiero puntualizar. Esa estrategia de dejar que la gente crea, de mantener la prescindencia a rajatabla donde hay divisoria de aguas, forma parte de la política de la confusión, que conocemos aplicada a muchos campos. En el terreno que nos ocupa, intenta neutralizar el efecto irritante que el psicoanálisis tiene para el modelo cultural que se irradia desde los medios masivos. Promover el encuentro deseante con el otro y con lo propio, no se parece en nada a satisfacerse apelando al consumo, sea este de sustancias, de personas o de objetos. 
 
Dicho esto, quiero detenerme en un punto de conflicto que ocurre en la cima de uno de esos relatos. La situación muestra cómo opera el amor de transferencia, del lado del analizante y cómo responde (o debería hacerlo) el analista, con su deseo de que la palabra se despliegue y ocupe el espacio. Veremos que — según cómo se resuelva esta tensión— podrá sostenerse o no el lugar del analista y ser conquistada la posibilidad de que el hecho analítico finalmente ocurra. 
 
Dentro del reel de la primera temporada, una de las historias que se cuentan en la serie, trajina lo que le ocurre a Guillermo (el analista, en la piel de Diego Peretti), cuando Marina (analizante y médica, que interpreta Julieta Cardinalli) le declara abiertamente su amor. Desaforadamente, podría decirse.
 
Probablemente uno de los lugares más difíciles de transitar para el analista, sea el de sostener la transferencia. Esa cruz, como la llamó Freud, en un sentido puede leerse como el amor del analizante. Un amor que a todas luces, no tiene destino. No puede tenerlo. Le toca sostener lo que abre, sin involucrarse, sin olvidar que el único sujeto de la sesión es el analizante y que la función del analista es apuntalar ese espacio para que el dispositivo opere. Podrá decirse que funcionó cuando, al final de un recorrido, el analista termine puesto afuera de eso que estuvo circulando allí adentro.
 
Germán García ironizaba sobre esta cuestión, diciendo que no había problemas en que analista y analizante terminaran en la cama. Sólo que ya no habría más posibilidad de análisis allí. 
 
Un desliz, en este punto, puede empujar a la debacle. Y no necesariamente tiene que ser consecuencia de la puja narcisística, ante el propio deseo. Uno podría preguntarse ¿Tiene derecho el analista a dejarse llevar cuando la analizante (en este caso) le dice desembozadamente su amor? Lo pulsional —sabemos— no sigue la regla del derecho. Entonces, ¿es amor lo que desencadena semejante declaración? Y si lo es, ¿de qué tipo de amor se trata? Seguramente no tendremos una respuesta única, porque dependerá del deseo de analizar del analista y de cómo lea él mismo lo que está pasando.
 
Hay que pensar que también para el analista se ponen en marcha fuerzas poderosas que empujan hacia la satisfacción del deseo. Ser sujeto de la pulsión (en el sentido de ser sujeto sujetado, es decir: tomado como objeto, como lo pensaba Althusser), no funciona solamente para el analizante. Por eso la técnica, que sirve muchas veces para navegar en aguas turbulentas, algunas veces puede ayudar a que no se pierda el rumbo. O el lugar, en este caso. 
 
Aunque Marina carga con toda la artillería que tiene, en algún momento de la historia, Guillermo le explica que él no puede responder como ella espera, porque eso sería transgredir los límites éticos que dan marco al análisis. ¿Qué está diciendo? Que no se puede pecar, pero que el pecado existe. Eso es lo que no enuncia, pero pareciera estar implícito. El recitado monocorde de la regla pretende sostener la prescindencia, después de la embestida amorosa. Pero la pulseada está perdida de antemano. El semblante de Guillermo está perforado. Se le nota claramente que trastabilla. 
 
En este punto es donde aferrarse a la técnica podría ayudar: Si en lugar de la explicación (que siempre deja una puerta abierta para que del otro lado se construya la promesa), la devolución viniera por la vía del extrañamiento, la arremetida quedaría desorientada. 
 
 — Estoy enamorada de vos ¿no te diste cuenta? 
— ¿Y?
 
Una respuesta desde el extrañamiento podrá ayudar a indicar a la analizante, devenida amante, que no es ahí donde tiene que poner la libido. La respuesta no está diciendo: yo soy el analista, eso no se puede. Está haciendo: yo soy el analista, no el objeto
 
La delgada línea que separa uno y otro escenario es donde se juega el gran desafío: que la ocurrencia de los hechos no se vaya por el peor camino y que el lugar del analista pueda ser conquistado. En lo que muestra el episodio: Este analista queda en el peor lugar, y en el mismo momento que acepta darle un destino a lo que no lo tiene por definición, la histeria muda a la demandante a otro lugar que no es ese, donde Guillermo, y no el terapeuta, en algún momento, pensó que la encontraría. 
 
 
Puede verse el episodio de En Terapia en https://youtu.be/4eW8cC5TbSM

domingo, 16 de febrero de 2020

El deseo sexual, si es recíproco...

El deseo sexual, si es recíproco, origina un complot de dos personas que hacen frente al resto de complots que hay en el mundo. Es una conspiración de dos.
El plan establecido es ofrecer al otro un respiro ante el dolor del mundo. No la felicidad sino un descanso físico ante la enorme responsabilidad de los cuerpos hacia el dolor.
En todo deseo hay tanta compasión como apetito. Sea cual sea la proporción, las dos cosas se ensartan juntas. El deseo es inconcebible sin una herida.
Si hubiera alguien sin heridas en este mundo, viviría sin deseo.
El cuerpo humano realiza proezas, posee gracia, picardía, dignidad y otras muchas capacidades, pero también resulta intrínsecamente trágico como no lo es ningún cuerpo de animal (ningún animal está desnudo). El deseo anhela proteger al cuerpo amado de la tragedia que encarna y, lo que es más, se cree capaz.
La conspiración consiste en crear juntos un espacio, un lugar de excención, necesariamente temporal, de la herida incurable de la que es depositaria la carne. Ese lugar es el interior del otro cuerpo. La conspiración consiste en deslizarse al interior del otro, allí donde no se les pueda encontrar. El deseo es un intercambio de escondites (hablar de "volver al útero" es una vulgar simplificación).
Tocar una pierna con mano de amante. Que sea para excitar o para relajar no supone diferencia alguna. El tacto aspira a alcanzar, más allá del fémur, la tibia o el peroné, el propio corazón de la pierna, y el amante al completo espera acompañar ese gesto y habitar en él. La pierna de Giacometti, la de la piscina de Eastbourne, tiene que ver (entre otras cosas) con el deseo.
No hay altruísmo en el deseo. Al proncipio están implicados dos cuerpos y la excención, siempre y cuando se logre, les protege a ambos. La excención es inevitablemente breve y, sin embargo, lo promete todo. La excención suprime la brevedad y con ella las penas asociadas a la angustia de lo efímero.
Ante la mirada de una tercera persona, el deseo es un breve paréntesis. Desde dentro, una inmanencia y una entrada en la plenitud. Normalmente la plenitud se considera una acumulación. El deseo revela que es un despojamiento: la plenitud de un silencio, de la oscuridad.


John Berger de Esa belleza

miércoles, 25 de diciembre de 2019

La Gracia del Margen

Celebración del 75º cumpleaños de Germán García, en la puerta y el interior del la librería El Juguete Rabioso Libros, de Rosario