El miércoles 8/09, apenas un día antes de que se cumplieran 40 años desde la muerte de Jacques Lacan, presenté este trabajo como tema en un examen final, diciendo:
Voy a hacer un recorrido por distintos aspectos de la enseñanza de Lacan, para tratar de llegar —en la brevedad de esta exposición— a decir qué es lo que le molesta tanto al neoliberalismo del psicoanálisis y por qué pareciera que no está dispuesto a escatimar esfuerzos para limitar su accionar y —si pudiera— borrarlo de la faz de la tierra.
Lacan, profeta y lector Freud
Freud llevó el Psicoanálisis a EUA, en 1909.
Había perdido una batalla por la anexión del psicoanálisis a la medicina, consumada en ese país, con la ayuda de los poderes públicos norteamericanos. Treinta años después, ocurrirá un acontecimiento.
Franz Wittels, médico y psicoanalista norteamericano, seguidor ferviente de las teorías de Freud (al punto tal que ponía muy nervioso al propio Freud con algunas de las cosas que hacía y decía), ya había expresado en sus memorias, en 1940, algunos temores respecto a lo que se avecinaba: Había ubicado a la psicología norteamericana como la fuerza antagónica principal del psicoanálisis. Y no solamente eso, había vaticinado que aparecería un profeta que lucharía por levantar esa derrota. Y treinta años después de aquel desembarco, aparece Jacques Lacan, deseoso de combatir a los
charlatans, como les decía. Este profeta combatiente fue un pensador contraintuitivo que hizo una profunda lectura de los textos de Freud e iluminó aspectos del psicoanálisis a los que el propio creador de la disciplina no había llegado.
Lo primero que hay que decir es que sin el desarrollo del pensamiento científico; sin la nueva episteme, como la llama Koyré, Freud no hubiera podido hacer emerger ese determinismo que caracteriza al psiquismo humano y que lo llevó a descubrir el inconsciente como una fuente otra de saber, en desmedro de las concepciones que lo ubicaban como un lugar oscuro, depósito de las pasiones insondables.
La ciencia para Lacan está en el lugar de causa del psicoanálisis. Consiguió mostrar no solamente que el psicoanálisis no habría podido desplegarse sin el cogito cartesiano, sino que el sujeto de la ciencia es el mismo sujeto del Psicoanálisis, 300 años después. Sin embargo, la ciencia lo forcluye. Lacan muestra esto puntualizando que cuando Descartes dice
pienso, está enunciando a partir del ejercicio de la duda y la duda revoca todas las propiedades del pensamiento. Su pensamiento ha sido vaciado tal como la cesta de las manzanas que usa como ejemplo. Lacan habla aquí de un sujeto que emerge, de lo efímero y señala este momento como el primero de la historia en la aparición del sujeto. Descartes luego va a empezar a llenar ese vacío con propiedades: el
luego existo (ergo sum) es una manera de hacer eso.
El saber va para un lado, originado en esa verdad en estado naciente, pero va a quedar excluida la posibilidad de que esa verdad sea captada. Esto es lo que ocurre con la ciencia.
En esta articulación
saber es ciencia, y
verdad es un nombre del sujeto.
Milner dice que la ciencia matematizada despoja al objeto de toda cualidad. Esta distinción tiene gran importancia para Lacan ya que nos habla de la diferencia entre el Sujeto y el Yo. El Yo es una entidad imaginaria y, a diferencia del sujeto, sí tiene cualidades.
La ciencia introduce la función simbólica y olvida la función creadora de la verdad. En
Saber verdad y opinión, Lacan se apoya en el análisis que hace Sócrates de
El Menón, y se detiene en el equívoco que comete el esclavo, cuando trata de encontrar el doble de la superficie de un cuadrado, duplicando la longitud de los lados. Al hacerlo, duplica dos dimensiones de la figura y lo que obtiene es un cuadruplicado. Obtiene 16 en lugar de 8.
En esta escena puede verse el corte, el clivaje, entre el plano de lo imaginario, de las intuiciones a priori (incluso es donde puede operar la teoría de la reminiscencia); y la función simbólica. Esta función, de ningún modo es natural y necesita ser introducida en la realidad a la manera de un forzamiento.
Lo simbólico en el ejemplo, está expresando un desarrollo matemático que el esclavo no conoce y cuya notación es √2. Esa notación es autónoma respecto del diálogo que se produce. Nunca se llegaría a ella por la vía del recurso mayéutico. Es necesario que sea introducida en la realidad.
Lacan dice que en todo saber desarrollado ocurre eso: hay algo del nivel del error que hace que se olvide la función creadora. Ahí trabaja el psicoanálisis para restituir esto que es del nivel de la orthodoxa (de la verdad del sujeto) y es anterior al saber.
Si bien su primer acercamiento a Freud es la vía del narcisismo: presenta en Marienbad en 1936, el caso Aimée —su tesis doctoral—en donde ha incluido la mirada freudiana para trabajar con el narcisismo; dice que sin una teoría diferente del narcisismo no es posible abordar la psicosis. En ese congreso presenta por primera vez el
Estadio del espejo uno de sus desarrollos más difundidos.
Lacan arrancará desde la lectura de
Más allá del principio del placer, y recorrerá todo lo producido por Freud desde 1920 en adelante. A esa lectura le va a dar el sentido de insistir con el descentramiento del Yo, que los post freudianos habían colocado en el centro de la subjetividad individual.
Va a apoyarse en el juego de las terceridades para hacer eso.
(...) toda relación analizable, es decir interpretable simbólicamente, siempre está más o menos inscripta en una relación de tres. (...) nada se interpreta sino por intermedio de la realización edípica. Esto es lo que eso quiere decir. (Seminario 2. Simbólico Imaginario y Real. pág 8)Desde aquí es posible desprender dos líneas para continuar. La primera: El método de la asociación libre, que pide al analizante que diga lo que se le ocurra, tiene algún parecido con el enunciado de Descartes: que el analizante diga lo que se le ocurre puede permitir que el sujeto emerja cuando habla, porque se digan cosas que no se pensaban decir. La segunda, si bien Lacan dice que es un pleonasmo (repetición excesiva), porque el lenguaje es en sí estructura, es que esto ocurre porque
el Inconsciente está estructurado como un lenguaje (uno de sus axiomas más difundidos).
Para formalizar sus teorizaciones sobre el significante, Lacan partió de la lingüística estructural de Saussure. Aunque hizo de ella un uso instrumental, porque modificó muchas cosas de ahí, nunca dejó de reconocer de dónde tomaba los principios.
Básicamente quita la elipse que encierra el algoritmo, invierte las cosas: pone el significante arriba y el significado abajo, extiende la barra y la nombra como resistente a la significación y define que por lo menos ha de haber dos significantes. Habla de cadena significante en la que ninguno de los elementos tiene un sentido adosado (están vacíos porque solamente son parte de una sintaxis), y dice que como efecto del juego entre ellos es que puede aparecer un sentido.
Para explicar esto se apoya en la representación de las puertas de baños Caballeros-Damas, en donde muestra que a nivel del significado las puertas son indistintas, no hay diferencia, no es posible reconocer estas puertas si no es por el plano predominante, superior, que da el significante y que es el que efectivamente asigna a cada una de estas puertas el lugar sexuado. Es decir hay que saber otras cosas para interpretar qué significan esas letras en puertas que son iguales. Esto es: la cadena significante en funcionamiento.
Roman Jakobson había logrado una clasificación de las afasias, pensando, no tanto en el soporte biológico sino en el soporte lingüístico de las mismas. Descubrió que hay algunas afasias que se apoyan en el polo Metafórico y entonces el afásico tiene que suplantar con la metonimia lo que le falta de metáfora cuando habla, y las deficiencias del polo Metonímico, en donde el afásico debe suplementar esa deficiencia exagerando el polo metafórico.
Articulando los saberes del campo retórico con los estudios de Jakobson sobre las afasias, Lacan define como leyes de funcionamiento del lenguaje a la metáfora y la metonimia y las relaciona con los mecanismos que Freud había formulado para el trabajo del sueño: La metáfora con la condensación y la metonimia con el desplazamiento.
La metáfora es lo que más se aproxima al sujeto. Eso nuevo que irrumpe con la metáfora, es el sujeto.
Encuentra que hay una alusión a la temporalidad, vinculada a la significación. El tiempo es la primera experiencia del hablar. Lo que decimos va constituyendo nuestro pasado, dice en
Introducción del gran Otro.
Lacan recupera la noción del
nachträglishkeit freudiano (
après-coup), el efecto retroactivo que Freud había encontrado a propósito del trauma. Con este esquema lee el chiste en Freud y va a ser la base para ubicar el deseo en la estructura, con un esquema que será conocido como el Grafo del Deseo.
Entonces plantea la relación entre sincronía diacronía:
Un eje Metafórico (ordenadas - Eje sincrónico) Metáfora - condensación - sujeto - síntoma.
y un eje Metonímico (abscisas - Eje diacrónico) Metonimia - desplazamiento - objeto - deseo
En
Introducción del Gran Otro, Lacan comienza preguntándose ¿Por qué no hablan los planetas?, que encubre la pregunta acerca de ¿Por qué hablamos?, y luego de pasear por la comparación con algunos políticos (menciona a Hitler) los postfreudianos y la Ciencia Moderna, concluye en que hablamos porque tenemos un hiato, un agujero, una nada, y es esa falta la que hace posible que podamos hablar.
Pero no hay palabra posible sin una dimensión del lenguaje y esa dimensión es la del Otro, un Otro simbólico que es diferente del otro de la proximidad, del semejante, que a partir de ahora denominará
pequeño otro y en su álgebra lo escribirá con
a minúscula y al Otro simbólico, al
Gran Otro, con
A mayúscula.
Para explicitar esta diferencia entre la alteridad imaginaria y la alteridad radical, simbólica, construye el diagrama Lambda.
En este esquema muestra que hay una relación diagonalizada entre el Sujeto y el Yo (habla del sujeto de la apertura, el del analizante, el que no sabe bien lo que dice). El eje Imaginario y el Simbólico se cruzan en un punto al que Lacan llama Muro del lenguaje. Ese es el lenguaje materno, por lo tanto está agujereado, por lo tanto puede por ahí emerger el sujeto en cuanto profiera una palabra verdadera.
Por eso al psicoanálisis, no le interesa el sujeto que hace discurso, sino el que es hecho por el discurso, e incluso está atrapado en él: es el sujeto de la enunciación, dice en Lugar origen y fin de mi enseñanza.
Basado en el estatuto que Marx le otorga a la plusvalía, Lacan construye su propia versión del lazo social que produce la lógica capitalista. Desde allí emerge la tensión renovada entre el discurso analítico y los otros discursos: el del amo, el de la histeria y el universitario.
A diferencia de la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, Lacan propone un Amo que nada quiere saber, acorralado entre el esclavo filosófico que intenta enseñarle algo y el sujeto histérico que le pregunta en qué podía ser él valioso para su goce.
Por más recalcitrante que sea el amo siempre termina contaminándose con los discursos de sus vecinos, haciendo sus mensajes más contradictorios.
La universidad, tomando el relevo del filósofo esclavo, no ha cesado de producir saber para el amo, hasta llegar a ser un saber de amo que expolia al proletariado del suyo.
Por su lado, el sujeto histérico logró infundir en el amo que la esencia del saber es sexual, despertando así un semblante de atención en el amo. (Cosa que ya había sido captada por Freud: la relación entre saber y sexualidad)
El mercado, jugando con el temor a la falta que cada quien pueda
experimentar, ofrece productos con los cuales cada uno puede olvidar esa
falta —inherente al sujeto hablante— que no puede ser colmada por
ninguno de tales productos ofrecidos, ni por nada, porque simplemente no
puede ser colmada, ya que se trata de una falta estructural.
La estrategia del mercado consiste en volver a ofrecerles otro objeto, respondiendo a la lógica metonímica del deseo. Esta lógica de la obsolescencia de los objetos que se articula más acá del deseo, precipita el movimiento de toda la economía.
El psicoanálisis intenta conectar al sujeto hablante con su propio deseo. El neoliberalismo trata de que ese deseo sea sustituido y se obture consumiendo objetos que fabrica a medida, según la metáfora del mercado a la que rinde sus honores. Es posible leer ahí una tensión de fuerzas inconciliables. Una batalla soterrada que va haciéndose más y más visible a través de las sucesivas crisis del capital por un lado y de las instituciones psicoanalíticas por el otro.
© Daniel Krichman H. Septiembre 2021
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